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Personal médico refugiado de Sudán podrá ejercer la profesión en Chad

Historias

Personal médico refugiado de Sudán podrá ejercer la profesión en Chad

ACNUR y sus socios colaboran con las autoridades chadianas para reconocer la formación médica de las personas sudanesas refugiadas; así, podrán trabajar en el sistema de salud local.
2 Mayo 2025 Disponible también en:
Cuatro médicos sudaneses – todos hombres – conversando alrededor de una mesa circular. Uno de ellos está de pie.

Hassan Zakaria charla con otros médicos sudaneses que están de guardia en un hospital en el campamento de refugiados de Aboutengue, al este de Chad.

Al este de Chad, en la entrada al ala de mujeres del hospital más importante del asentamiento de refugiados de Aboutengue, la doctora Fatima Abdolgadir y sus colegas (Hassan Zakaria y Yacoub Idriss) se ponen sus batas blancas mientras se preparan para iniciar el turno vespertino. Pareciera que se trata de una guardia cualquiera, pero la historia de estos tres refugiados sudaneses es extraordinaria.

Al este de Chad, en la entrada al ala de mujeres del hospital más importante del asentamiento de refugiados de Aboutengue, la doctora Fatima Abdolgadir y sus colegas (Hassan Zakaria y Yacoub Idriss) se ponen sus batas blancas mientras se preparan para iniciar el turno vespertino. Pareciera que se trata de una guardia cualquiera, pero la historia de estos tres refugiados sudaneses es extraordinaria.

Hace dos años, sus vidas cambiaron por completo cuando los enfrentamientos que habían estallado en Jartum llegaron a El-Geneina, su lugar de origen, al oeste de Darfur. El hospital en el que trabajaban, que contaba con programas de enseñanza médica, fue atacado y sus puertas se cerraron. Sin embargo, en lugar de escapar, Fatima, Hassan y Yacoub sumaron esfuerzos con otros colegas para que una casa en el vecindario se convirtiera en una clínica en la que atendían heridas y otros casos.

“Invitamos a cada profesional del área médica a presentarse para prestar los servicios que se requerían”, contó Hassan. “Creamos una unidad de urgencias para tratar a personas con heridas menores y a aquellas que necesitaban cirugía”.

A medida que los enfrentamientos se intensificaban, brindar ayuda suponía un riesgo para el cuerpo médico y para los voluntarios de la comunidad. “Perdimos a 19 integrantes del cuerpo médico que hacían parte de la unidad de respuesta de emergencia”, compartió Hassan.

Actuar con osadía

Luego de haber pasado más de siete semanas en confinamiento en la ciudad de El-Geneina, sin alimentos, agua ni medicamentos, Fatima, Hassan y Yacoub decidieron huir para ponerse a salvo, así que se sumaron a las familias que trataban de escapar, desesperadamente, a través de la frontera con Chad.

“No fue fácil tomar la decisión”, comentó Fatima, quien huyó junto con sus cuatro hijos. “Dejamos el país en contra de nuestra voluntad. Soy madre, así que no podía seguir en esa situación”.

Previo a su partida, hombres armados atacaron la casa de Yacoub y mataron a dos de sus hermanos. Durante el ataque, envolvió sus diplomas en plástico y los enterró, pues temía que los usaran en su contra. Actuó con osadía no solo para salvar su vida, sino su futuro.

“Fui afortunado al poder escapar con los diplomas originales; la mayoría de mis colegas perdió sus documentos”, narró.

Fatima Abdolgadir sentada en un escritorio en el ala de mujeres de un hospital de Aboutengue, al este de Chad.

En Adre, un pueblo fronterizo al este de Chad, Yacoub se reencontró con su madre y con sus dos hermanas. Luego, la familia fue trasladada al asentamiento de refugiados de Aboutengue, donde Yacoub conoció a sus colegas Fatima y Hassan.

El conflicto en Sudán, que estalló hace tres años, ha desplazado por la fuerza a más de cuatro millones de personas que han huido a países vecinos, como Chad, donde más de 770.000 sudaneses refugiados han solicitado protección. Fatima, Hassan y Yacoub son algunos de ellos; y, dado que cuentan con formación médica, continúan echando mano de ésta para ayudar a la comunidad en los asentamientos.

Con ayuda de la Fundación Mastercard, ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, colabora con las autoridades chadianas para que, tras convalidar las constancias y certificados del personal médico refugiado, éste pueda ejercer la profesión en Chad. Hasta ahora, 51 médicas y médicos sudaneses refugiados – entre ellos, Fatima y Yacoub – han obtenido la acreditación, pero el trámite de Hassan y de otras 141 personas aún está en curso.

“Me puse muy feliz cuando recibí el registro”, recordó Yacoub. “Ahora puedo echar mano de mi experiencia para ayudar a las personas”.

Yacoub Idriss está escribiendo información mientras está de guardia en el hospital más importante del asentamiento de Aboutengue, al este de Chad.

Entablar nuevas alianzas

Partiendo del éxito de diversas iniciativas, esta semana, ACNUR y la Fundación Mastercard anunciaron una nueva alianza, cuyo valor es de USD 300 millones, para que más de medio millón de personas refugiadas y desplazadas en toda África puedan concluir sus estudios. Además, con esta alianza, 200.000 jóvenes podrán obtener un empleo digno.

“La estabilidad y las oportunidades que nacen de este tipo de apoyo son exactamente lo que las comunidades desplazadas necesitan para reconstruir sus vidas y seguir avanzando a pesar de los desafíos que enfrentan”, indicó Kelly T. Clements, Alta Comisionada Adjunta para los Refugiados, cuando se anunció la alianza entre ACNUR y la Fundación Mastercard en el Foro Africano sobre Desplazamiento, que tuvo lugar en Nairobi el martes pasado.

“Historias como la de Fatima nos recuerdan que el talento, la determinación y el liderazgo están presentes en todos los rincones del mundo, incluso en las circunstancias más adversas”, recalcó Reeta Roy, presidenta y directora general de la Fundación Mastercard.

“Cuando la juventud refugiada cuenta con lo necesario para aprender, liderar y generar medios de vida, no solo transforma su propia existencia, sino que también fortalece a las comunidades que la rodean”.

“When young refugees are empowered to learn, to lead, and to build livelihoods, they not only transform their own lives but also strengthen the communities around them.”

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